domingo, 11 de mayo de 2014

Eurovisión 2014, postales desde Copenhague

El festival de Eurovisión de este año cumplía, como siempre, la importante misión de mostrar una Europa unida. El año anterior, el continente mostraba ciertas tiranteces debido a la crisis  y el festival logró dar la imagen de que en realidad todo iba bien, de que somos como una gran familia. Pero este año la situación era completamente distinta; ya no hablamos de pequeñas tiranteces sino de auténtica tensión diplomática entre Rusia y occidente, y este festival ha mostrado la clara división en dos bloques que se han formado en el continente. Pese a todo, Copenhague ha estado a la altura, con un festival correcto y con muy buenas canciones. ¿Quieres conocer a fondo qué pasó en el festival? ¡Pues adelante!

Recordemos que el año pasado el festival de Malmö no fue demasiado memorable. Entre el impactante festival de Bakú el año anterior, que nos dejó a la ya eterna Loreen y algún que otro hit que se escuchó mucho en verano, y la austeridad que impusieron los anfitriones suecos en un momento en el que tocaba apretarse el cinturón; acabó siendo un festival bastante mediocre, entretenido como siempre pero que no cumplió con las expectativas.

Este año ha sido diferente. Los daneses han tirado la casa por la ventana, con un escenario genial y una producción muy divertida (genial el hecho de que para presentar cada país los propios participantes tuvieran que fabricar su bandera). Los anfitriones nos regalaron momentos como la genial canción de los 12 puntos, en la que uno de los presentadores se encargaba de recordarnos una y otra vez que este era el primer año que China retransmitía el festival, con muchos guiños al país asiático. Los daneses también tuvieron la cortesía de mencionar a Australia en la segunda semifinal, país que lleva desde 1985 retransmitiendo el festival, con una comunidad de fans de Eurovision mayor que en muchos países participantes y que lo ha intentado todo para poder participar. Este año ha sido posible (o casi) gracias a la simbólica actuación del país, que mandó a una representante y tuvo sus tres minutos de gloria que finalizaron con la frase "Un pequeño paso para Europa, un gran paso para Australia" y que algunos piensan que ha abierto la puerta a una especie de festival de la canción a nivel mundial.

Ya entrando en lo puramente musical, este año ha habido mucho nivel. No ha habido ningún espanto imperdonable, todas las canciones tenían su puntillo, algunas divertidas como la islandesa o la griega (que estoy seguro de que se escuchara en verano), tiernas como la que cantó el noruego y que recordaba levemente al Home de Gabrielle Aplin y algunas memorables como la de los holandeses que sonaba a clásico desde el primer momento. Destacaron también Suecia (como siempre) con una canción poderosa y un directo muy bueno, Finlandia que mandó a un grupo más discreto que su actuación del año pasado pero que dejó muy buen sabor de boca y Suiza que se marcó un solo de silbido muy original y entretenido. Sin duda también merece la pena mencionar a Polonia, que si bien no destacó en lo musical presentó una actuación con una gran pechonalidad. El descalabro de la noche lo protagonizó Francia, que con dos tristes puntos quedó en último lugar.

En el rincón de los que se estrenaban en la final sin duda hay que hablar de San Marino. Este diminuto país (el estado soberano más antiguo del mundo) se ha presentado a Eurovisión varias veces pero nunca había logrado pasar a la gran final. Este año las cosas han sido distintas. San Marino ha podido optar a ganar el festival con su representante Valentina Monetta, toda una institución eurovisiva ya que este año se presentaba por tercer año consecutivo. Su canción Maybe quizá no fuera la preferida de los europeos (quedó en el puesto 24 de 26) pero no era para nada una mala canción y valió la pena sólo por ver lo contenta que estaba Valentina de pasar a la final.

Pero sin duda la indudable protagonista de la noche fue Conchita Wurst. La representante de Austria fue la ganadora de la noche con su Rise Like a Phoenix, una canción que a más de uno nos ha recordado a las canciones de James Bond con una sonoridad muy peliculera y efectista. La voz de la cantante no estaba nada mal pero muchos piensan que la clave de la victoria austriaca fue que su cantante tenía barba. Efectivamente, Conchita lucía su barba con la misma elegancia que su vestido de noche y no cabe duda de que la imagen impactó a la audiencia. ¿Habría ganado de actuar afeitada? Nunca lo sabremos, pero lo cierto es que la canción es muy buena y que Austria se merecía ganar (su última victoria data de 1966).

Aun así, como he mencionado al principio, la tensión diplomática fue la otra gran protagonista de la noche. Las representantes de Rusia fueron abucheadas por el público desde su primera aparición, víctimas de tener que representar a su país en este momento. Y claro, ¿qué mejor manera de protestar contra las políticas de un país que abuchear a dos chicas de 17 años? Un espectáculo lamentable que acabó con dos muchachas llorando al terminar las votaciones y que solo ayuda a desestabilizar aún más la situación. Lo cierto es que las rusas, dos hermanas gemelas, hicieron una actuación muy digna, presentaron un tema interesante y se merecieron su séptimo puesto.

Por supuesto, la otra parte del conflicto también tuvo su expectación. Ucrania abrió el festival con una puesta en escena muy original (el bailarín-hámster gustó mucho) y un tema festivalero muy bien defendido por su cantante. El destino quiso que quedara en sexto lugar, un sólo puesto por delante de Rusia.

También hay que hablar de nuestra actuación. Ruth Lorenzo partía como una concursante controvertida debido al follón que hubo cuando salió elegida por los pelos del programa de elección de TVE frente a Brequette y su Run. Aun así, fue convenciendo al público español con su voz y en la final demostró que era una merecida representante del país, con un directo espectacular defendió la canción que había quedado mucho más decente tras el arreglo que le hicieron para el concurso. su Dancing In The Rain gustó en Europa, recibiendo 12 puntos de Albania (¿nuevo aliado estratégico?) y altas puntuaciones de otros muchos países. También hubo sonoras ausencias como los cero puntos de Portugal. Pese a todo, España quedó en una más que digna décima posición empatada con la anfitriona Dinamarca.

Otro de los momentos más destacados de la gran final son las votaciones. Y es que aunque quien da los votos de cada país sólo tiene unos pocos segundos de protagonismo siempre los hay que consiguen dar el cante. Y cuando ya creíamos que este año España iba a pasar sin dar la nota (recordemos que en eso tenemos una larga tradición: espontáneos, semifinales no emitidas...), llegó Carolina Casado con la puntuación española. A la pobre los nervios le jugaron una mala pasada, quedándose atascada al dar los ocho puntos y terminando de cagarla con una brillante pronunciación al decir oit points (de hecho #OitPoints lleva siendo Trending Topic toda la mañana). El conjunto de calamidades le ha convertido en competidora junto con la belorrusa por el premio a peor otorgante de puntos de la noche (y eso que a la bielorrusa se le cortó la imagen...).

Tuvimos también entre los otorga-puntos destacados al islandés, que dijo en perfecto castellano "Buenas noches España" para luego no otorgarnos ningún punto, el holandés que impactó en las redes sociales por tener una oreja de soplillo y la otra no, y la noruega que lanzó el mensaje a Europa de que "nos cuidemos unos a otros y pasemos un buen rato" en referencia a la clara tensión cada vez que alguien daba puntos a Rusia. Precisamente la pobre otorga-puntos rusa fue la que más abucheos tuvo que aguantar en toda la noche, ya que el público se volvió loco nada más establecer conexión con Moscú. Una vez más, una muestra de que la política contamina Eurovisión hasta el fondo.

Pero los votos, además de anunciar a Conchita como ganadora, sirvieron de perfecto barómetro de la situación política en este momento. Rusia recibió los apoyos esperados de Bielorrusia y Azerbaijan con 12 puntos y también de otros países exsoviéticos como Armenia y Georgia, pero tuvo sorprendentes apoyos como Grecia (¿gustó allí la canción o está era un toque de atención a la Unión?) y modestos por parte de países como Estonia y Lituania. También hubo otros más diplomáticos como Moldavia que dio ocho puntos a Rusia y diez a Ucrania.

Resumiendo, fue un festival correcto, tenso y entretenido a partes iguales. Musicalmente hubo buen nivel y el resultado, que no estaba para nada claro, fue bastante justo. El año que viene Austria acogerá el festival por primera vez en 47 años, a  ver que tal lo hacen...

No hay comentarios:

Publicar un comentario